tres meses de estancia en pnohm penh, con la tarea profesional de rehabilitar un edificio con cambio de uso, es la historia que ofrecemos contar de este occidental tan poco preparado a los hechos fantásticos, minúsculos y serenos que están por acontecer...

31 agosto 2007

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Pasan las estaciones: ya ha empezado el Fall Term. El campus bulle, mi Facultad está al máximo de RAM: cualquier rincón se usa para algo, millones de caras (una exageración en toda regla) se aprietan para ver las presentaciones de los Studio Design: ideas y delirios describen unos modos de diseño que se llaman “laboratorios de experimentación”: se conocen las hipótesis, pero no el resultado. Hay un profesor que propone alojamientos en el fondo del océano, la Luna y la Antártida; otro propone diseñar cirugía estética para humanobjetos; otro sencillamente quiere cambiar el mundo a través de la reprogramación scriptada de las ciudades como si fueran microchips, o hacer 13 proyectos (cada estudiante) sobre un proyecto, o viviendas en Marruecos o rascacielos en Dubai (con viajes incluidos). Alucinant- también - el downtown cuanto más bajo a verlo; la vida estetacultural; los gestos el ruido de fondo interminable; no termina este manantial de personas de sacar sudor u oro por vena, que es la calle. Un centro comercial tan grande con un sótano que atraviesa un medio Estado allí en medio de Madison Square; quinientos tipos de queso en un supermercado cutre; un Club con gente físicamente guapa, con cabaret trans-todo. Copas caras y conversaciones de lujo veraniego en los últimos sopores del verano. Septiembre empieza con la toma de corriente de todos los alumnos de la Universidad. En verdad, en esta densidad hay algo de tanque insuflado, think-tank lo llaman aquí.