tres meses de estancia en pnohm penh, con la tarea profesional de rehabilitar un edificio con cambio de uso, es la historia que ofrecemos contar de este occidental tan poco preparado a los hechos fantásticos, minúsculos y serenos que están por acontecer...

18 julio 2007

un paraguas

momentaneamente llueve, esta noche se ha formado una tormenta barroca y esta mañana he tenido que cerrar la ventana para no enfriarme. Como un sabado en mitad de la semana, me he dicho que no tengo chubasquero (qué palabra tan española) y que iba a dormir hasta que pasase. Un lujo que pagare? más adelante. El viernes tenemos la midterm, que es la presentación de mitad de curso. Es la meta volante de montaña. Tenemos que trabajar mucho, pero a mí se me ha desconjurado el trabajo, no estoy dentro de la autohipnosis del creador. La obsesión tiene sus momentos de belleza, cuando nos muestra los mil granos que tiene la punta de un lapiz. Es como una lupa y nosotros un pixel. Pero como un pixel bajo una lupa, obsesionarse puede quemar, y así veo, entre la alegría y la energía de la obsesión, algunas sombras oscuras bajo los ojos, muchachas que en realidad serían más guapas, y algunas miradas huidizas de insegururidad, normalmente con uñas a la boca.

El antipersonaje de esto sería Induráin, por ejemplo: un tipo que apostaba fuerte sin el agotamiento instantaneo de Perico Delgado (me estoy yendo lejos). Corazón y pulmones, quien los tiene los tiene, y quien no que se vaya al downtown a darse una vuelta, como fui el fin de semana pasado, de nuevo a un club, y de nuevo espero nuevas tribus urbanas: ya conozco nuestra calida y criticada burguesia. Otras incursiones des-obsesivas: el sabado, un loft-loft (en Brooklyng). Ayer estuve con una amiga entre el puente de Brookling y el de Manhattan: precioso, realmente. Sobre todo cuando se hace de noche, y lo digital emerge a traves del reflejo de la luz en el vidrio de los rascacielos.

Ya no llueve, ya no tengo excusa, a très bien tôt,