tres meses de estancia en pnohm penh, con la tarea profesional de rehabilitar un edificio con cambio de uso, es la historia que ofrecemos contar de este occidental tan poco preparado a los hechos fantásticos, minúsculos y serenos que están por acontecer...

10 junio 2008

final de mayo

Mayo 15
A la llegada en JFK la cola de los taxis es metropolitana. Llamo por teléfono para saludar y recibo noticias. Acabo de comerme seis horas de día y me dicen que le quedan más de 18 para terminar. "Prepárate" me dice la voz en el movil. Antes de medianoche hay que terminar ya da igual para plotear.El taxi no puede ir más rápido así que me tomo el trayecto a casa como una peregrinación. Mi corazón se debate entre la recién adquirida serenidad rápida del mar y la velocidad ingente de Avery, esa máquina imparable. A mi llegada al edificio, me quedo estupefacto. Veo como la gente golpea el edificio en un escenario de guerra; como ya no queda energía para pensar, la gente monta, atornilla, machaca y suelda sus trabajos en el edificio, que literalmente es cubierto de todo con una plantilla de doscientos estudiantes a jornada y media. Termino el dibujo, intento quedarme más tarde, el día me llega hasta un dolor de cabeza, me voy a dormir.

Mayo 17
La exhibición comienza a las 5 de la tarde y a las cuatro corremos a dejar las maquetas. El edificio está magníficamente adornado hasta sus tuétanos con nuestros trabajos. Tomamos un coctail y reimos en los jardines verdes; los ajenos no sospechan que la mitad de los comensales están en un estado de felicidad extática (fuera de si). Esa sensación de división y juego me llevan a downtown, donde celebramos hasta que me vuelvo a casa ahora perseguido por un jetlag que aun no había sacado.

Mayo 19
Se entrega el portfolio de final de curso a las 11: a las diez estamos terminando de maquetar. Estoy con Pepe (quien el 21 recibirá el premio al mejor portfolio) Anoche estábamos definitivamente baldados, cada dos horas dormíamos un cuarto de hora. Entregamos y hablamos de cualquier cosa apasionadamente. Todavía me queda continuar pues a las 5 entrego el proposal para el Oral History Award (que no conseguiré) y voy a ver a Jesús a que me ayude a terminarlo. Lo entrego con un minuto de retraso, no recuerdo bien qué es lo que hago ni tampoco cómo me voy a casa a dormir.


Mayo 21
El Campus de la Universidad es precioso. Todo es fenomenal, grandioso, se nos dice que somos magníficos. La celebración de la graduación cubre con una preciosa tela aquel año que fue un ser vivo: testifica su muerte. Columbia ha terminado, viva Columbia. A mí no se me aplica pues me quedo el año que viene. Por la tarde tomamos un café en plena desorientación, paseo con Rosana por Riverside Park y termino yendo a una celebración agradable en un club muy bien escogido.

Mayo 24
Es la fiesta de los alumnos en East Houston. Mucho ruido muchas luces, algunas nueces.

Mayo 25
Hoy tenía el día libre, y he venido a Central Park, al mismo lugar donde mañana hace un año me senté a leer por la mañana. Es espléndido. La gente pasea. Los árboles dan una sombra sólo amable. El frescor no parece de metrópolis. Esta ciudad maravillosa se reinventa sobre su continua manipulación. La gente viene paseando, hay toallas en el césped, tops de bikini y bicicletas aparcadas. Niños y carritos, libros para abrirse. Un día 25 de mayo, ahora del año pasado, llegué en un taxi desde Penn Station cuando ya no sabía más cómo orientarme. El taxi pasaba por Central Park West y yo estaba maravillado y cansado del viaje; venía de una larga despedida de Charles de Gaulle; también de una ciudad que acababa de desamueblar. No recuerdo bien lo que hice la primera noche. Pienso que compré algo para comer y sí! Fui andando al Campus de Columbia, ya anocheciendo. Recuerdo los escalones del campus, moteados de jóvenes reclinados, solos o en pandillas, en un oasis de césped. Recuerdo el giro rápido de los cafés a los Delis.

La disipación durante la vida es importante, tanto como el provecho. El zumbido del curso desaparece y comienza – exactamente como me dijeron – a parecer algo que le pasó a otro. Ráfagas de sueño, irritación y placer se suceden después de la explosión del 21. Avery es una Factoria que procesa proyectos de arquitectura a una velocidad que yo desconocía. Dentro de 7 días comienza la próxima generación, y la Facultad cambia de cara completamente en muy pocos días. En ese tiempo buffer, salimos a la calle y recuerdo los hábitos ciudadanos. Mas que cifrar el año, se puede cifrar su celebración: no he aprendido pero tengo algo de complicidad. Quizás porque estoy, por la disipación, disperso en la geografía física y humana de la ciudad, saludo con renovado cariño a la escena que me vio llegar.

Miro el parque y todo lo que no se ve: un año más tarde, esta ciudad me parece maravillosa e inimaginable.