oda a lo invisible y exceso verbolítico
Hablamos, sabemos, comprendemos. Sin embargo, nos movemos - por amor a todo - hacia lo que no tiene nombre. Nos movemos - por amor a todo - hacia lo que aun no tiene sentido.
La dirección en la que nos movemos demarca, con precisión, una forma de comprender no basada en lo conceptualizado. Por ejemplo:
- cuando uno mira a la nada esperando a que hierva el agua del té;
- si escuchamos la música de “Las Horas”;
- si uno verdaderamente observa una respuesta precipitada
La fuerza con la que nos arrastra este movimiento – que nos hace viajar, odiar, cambiar – me dice que "ver" no es la única metáfora de "comprender". Comprender no es sólo visualizar cosas, problemas, situaciones. Lo que damos por desvelado sobre todo nos sitúa. Lo que nos mueve es invisible; es lo que, sin ver ni conceptualizar, comprendemos.
Pensar no es sólo discurrir: en la distracción hay algo que es muy importante.