tres meses de estancia en pnohm penh, con la tarea profesional de rehabilitar un edificio con cambio de uso, es la historia que ofrecemos contar de este occidental tan poco preparado a los hechos fantásticos, minúsculos y serenos que están por acontecer...

31 diciembre 2005

olvido y felicidad


Un momento, antes de pasar a otro nuevo ciclo,

gracias por los mensajes escritos; en efecto, esto no tiene nada que ver con aquello: siento pena de no estar con vosotros; la parte de la que me alegro es la del consumo. Durante estas semanas me imagino el maltrato espoleado por la tele, las nancys y cualquier deseo que sea vendible. Os podeis imaginar que aqui nada de eso sucede, absolutamente nada de eso. El 25 por la noche cenamos en mi casa un grupo de amigos y hoy parece que el plan es una fiesta en la embajada cubana (receptora del ultimo calor latino). La navidad aqui es como una herencia en el exilio.

Pero nada sucede que sea anormal, nada incluso en la vida corriente. Los que llevan aqui cierto tiempo hablan de etapas. La primera, en la que todo es llamativo y uno quiere conocer continuamente gente. Aun estando en ella, comienzo a notar el efecto sedante del habito: Hace por ejemplo un mes y medio que desayuno arroz con ternera, tortilla, pimienta roja y te caliente. En un bar khmer, con el jefe sin camisa etc. Empiezo a identificarme con ese hecho, asi que me resulta dificil verlo llamativo. Lo llamativo se da en el deshabito. Es un tipo de sensacion de deshabito. Claro que dentro del habito se puede buscar cierta singularidad, cierta reverberacion. Pero es otro tipo de proceso, que no se como se llama. Y que es muy diferente.

Asi que me sumerjo en lo habitual, y a menudo hablamos de que perdemos la referencia de que es lo normal (no se preocupen, no llegamos aun a hacer burradas). Uno pierde por ejemplo la violencia en la emocion cuando uno ve a gente extremadamente pobre: me he habituado a verlo, no es algo anomalo. La reflexion por contra se mantiene. Lo exotico existe potencialmente en cualquier lugar: llamad a un noruego y decidle que vaya a ver a los moros del top manta, puede que llegue a conmoverse. O que vaya a ver a los gorrillas de Sevilla, que para nosotros son la sal del sur.

Potencialmente en cualquier lugar existe lo exotico, y su contrario es lo habitual.
Aparte de este comentario que parece adormecer mi estancia aqui, muchas cosas suceden. La obra que continua, yo que me acoplo al ritmo de trabajo y al frances, las clases de khmer que van cada vez mejor, cafes y paseos, momentos, lapsos y ritmos, un mundo en fin de pequenias cosas , muchas, insingularizables, que me golpean cuando paso, sin maldad ni dolor pero imprimiendo su cara. Es decir, que esta lloviendo.

Con mis mejores deseos para este proximo anio,

23 diciembre 2005

Kompong Chnan, a orillas del Mekong

14 diciembre 2005

el metal roido de cualquier memorable espada

Este lunes pusieron la valla para comenzar con las obras en el edificio. Despues de tanto papel, veo la primera accion que moviliza personas (hace mover sus musculos), camion y martillos. Tenia ganas de experimentar esta parte del trabajo, en la que se oberva la realidad practica. Un poco alejado de la especulacion. Al final los asuntos sencillos y tupidos hay que resolverlos si uno quiere llegar a un gesto claro, una proposicion evidente.

En fin, estiro hasta lo indebido el hecho sencillo de que las obras comienzan y me gusta estar ahi. De alguna forma esto se llama rutina, y de alguna forma no he aterrizado; como si hicera una excursion en un puente, tengo la sensacion doble de estar entre Sevilla y Sevilla, y de estar en Phnom Penh.

Pero bueno, la hora de la siesta no es la mejor para estas consideraciones de taza de te y humo espeso. Igual que la obra y pese a reticencias casi indelebles, ahora toca ser practico. Por mucho que quiera decir, el hecho es que el trabajo continua, los dias se encajan sobre el mismo fondo, el contexto y yo el mismo borron.

01 diciembre 2005

segundas partes

Casi un mes que estoy aqui, y que no he escrito. Las cosas son bien diferentes. Diferentes y bien. El trabajo sigue adelante, relanzado en el proyecto que vinimos a hacer. Dentro de unas semanas comenzaran las obras y yo estare para verlo.

A veces, cuando uno escucha cierto sonido que fue familiar o amado, obtiene un regalo inapreciable: durante los breves momentos que se entra en resonancia con ese sonido (aquella cancion) uno tiene la llave y entra en la casa del pasado, viviendo realmente lo preterito en presente. Yo suelo correr en esos momentos por todas las habitaciones vacias y abandonadas para ojear todo lo que habia (pelo largo, amigos y frases, cafes y olores, ingenuidades), antes de que al fin del sonido, la cancion, de nuevo el momento bitemporal se clausure, la puerta se cierre, dejando en el cerebro aquello que llamamos memoria, bien lejos del presente y la conciencia.

Algo parecido fue llegar: el recuerdo exacto se hizo vivido: las motos gritando, el sudor como cera, sonido de chanclas sobre asfalto. Tuve el privilegio de recorrer el recuerdo a mis anchas, viendo de nuevo aquello que improbablemente iba a volver a ver. Coji de nuevo los palillos, vi de nuevo al senior del bar de al lado del trabajo. Maravillosamente, sigue alli.

Se podria llamar nostalgia de presente.

Y nada, se cierran los ojos y de nuevo se esta aqui. Asi que no es posible reinventar lo nuevo; ahora se puede explorar lo conocido. Asi sucede: mi desconocimiento y sorpresa no son nuevos, sino que crecen sobre lo anterior. La gente que sonrie pero no sabes si tiene algo, los barrios de la ciudad en los que los Jeep dominan, como elefantes, saliendo de las casas residenciales. Consigo tener una idea mas difusa, pero mas completa, del mundo de aqui.

Y la piel de naranja arrugada que es el mundo no osa a quebrantar la ley: los lugares permanecen. Aunque nosotros nos movemos, el planeta yace.